Transformación laboral | Economía

El primer año de aplicación de la reforma laboral pactada ha transformado nuestro mercado de trabajo en una doble dirección positiva. Por un lado, la reducción de los márgenes legales de la temporalidad laboral, combinada con el aumento de la flexibilidad empresarial en la contratación indefinida, en especial las modalidades mediatas de fijos discontinuos adaptadas a determinadas estructuras productivas, nuestro avance, rápidamente, hacia los medios europeos de contratos por tiempo. . Asimismo, el mantenimiento de las fórmulas de flexibilización laboral de reformas anteriores, combinado con la potenciación de las suspensiones contractuales y reducciones de jornada por causa empresarial, está logrando una enorme contención del trabajo ante las dificultades económicas de las empresas, dando continuidad un aprendizaje aprendido en la pandemia. El gran aumento de contratación indefinida favore la flexibilidad laboral interna, como alternativa a los despidos, lo que supone una transformación evidente frente al comportamiento destructivo de empleo de crisis anteriores. Este cambio acelerado ha sido posible para el acero al equilibrado normativo, desprendido de anteriores polarizaciones políticas, pero, sustancialmente, vierte la implicación sindical y empresarial en este proceso con la debida adecuación a estructuras productivas heterogéneas.

El buen comportamiento del sector privado contrasta, sin embargo, con el estancamiento de la temporalidad y ausencia de flexibilidad del sector público, donde la reforma es mucho menos incisiva, probablemente también por la ausencia de cambios en el propio funcionamiento de las Administraciones Públicas, instaladas en la profunda dualidad que genera tanta precariedad de los empleados en servicios públicos esenciales. La voluntad política mostrada en el sector privado, con compromiso social y empresarial, apunta el camino a seguir en el ámbito público.

Además, se recomendó el papel a la negociación del estado sectorial de la colectiva en el desarrollo de modelos flexibles de contratación indefinida y de salarios mínimos profesionales tiene ya, en este primer año, algunas experiencias comerciales positivas. Pero los blocos negociadores debido a la alta inflación y la ausencia de un acuerdo social de negociación colectiva de referencia están retardando en exceso este desarrollo esencial para culminar los objetivos de la reforma pactada.

Resulta, finalmente, preocupante la ruptura del diálogo social, que tanto el éxito ha tenido, pendiente y después de la pandemia, con iniciativas políticas unilaterales que pretenden alterar los equilibrios alcanzados en la reforma pactada. La transformación laboral debe ser cuidada y cultivada, dada las evidencias del buen comportamiento económico y del empleo. Los cambios positivos del primer año de reforma laboral pueden terminar siendo negativos si la metodología y los fundamentos no se reconstruyen en la mayor medida posible.

Jesús Lahera Forteza es catedrático Derecho del Trabajo Universidad Complutense e investigador de FEDEA

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