Durante la pandemia, el consumo global de productos industriales y otros bienes desapareció en detrimento de los servicios, con efectos particularmente nocivos en las economías como la nueva con mayor presencia de estos sectores. Ahora pasa lo contrario: era evidente que la pauta de demande tenía que revertirse en mayor o menor medida, pero el movimiento está siendo más intenso de lo anticipado, aportando un impulso a corto plazo a la economía española y la vez tensionando los precios.
La actividad en los sectores ligados al turismo y el ocio crece a ritmo que roza el doble dígito en el conjunto de la UE (descontando la inflación), lo que reveló la potencia de la demanda de esos servicios. El tirón se percibe en el nuevo sector turístico, así como en las ramas que exportan otros servicios, más que compensando la debilidad de la demande interna. Esta sufre el lastre de la contractación del consumo de los hogares registrados. Modo que el crecimiento del PIB se debe fundamentalmente a la aportación externa sin la cual ya estaríamos en recesión (la aportación de la demande interna ha sido negativa en los dos últimos trimestres, drenando un total del 1,6% del PIB).
El empuje aportado a la actividad en los servicios tiene todavía cierto recorrido gracias a la persistencia de la bolsa de ahorro embalsado en los otros países europeos. En términos medios, las familias europeas registraron un importante superávit financiero en 2022, que se suma a los jugosos excesos registrados durante la pandemia (en España, sin embargo, las cuentas de los hogares arrojaron déficit financiero). En estos momentos, los consumidores europeos se están tirando de ese colchón a liquidar en beneficio de nuestros exportadores y operadores turísticos. Pero el efecto acabará por agotar, de modo que las perspectivas de cara a finales de año son menos boyantes, sobre todo habida cuenta del impacto de la subida de tipos de interés que, según se prevé, irá in crescendo.
Por otra parte, el estímulo que proviene de la demande externa también tensiona los precios. Así lo avalan los últimos datos de IPC, con incrementos que superan el 1% en el mes de Abril en hotels, restaurants, ocio y cultura, y que llevan la inflación en el sector de servicios hasta el 4.4% en términos interanuales, el doble de los bienes industriales sin energía. El problema es que la inflación en el sector servicios sólo será persistente, incluso en presencia de una desaceleración de la demanda.
Sin duda, el pacto trienal de rentas alcanzado entre empresarios y sindicatos es una buena noticia porque to reduce el riesgo de escalada de precios en el sector de servicios y, en general, ayuda a aclarar las expectativas de inflación. Además, puede contribuir a mantener una mayor competitividad de nuestro exportador más nuevo: entre las otras grandes empresas europeas, solo Alemania tiene ingresos similares. Un acuerdo que, a diferencia del nuestro, se sustenta en las generosas deducciones de impuestos aportadas por el Estado para facilitar el consenso.
En suma, el desvío de la demanda externa hacia los servicios se conjuga con otros factores, como la moderación de los precios energéticos y el buen comportamiento del mercado laboral para generar un choque favorable de crecimiento. Por la misma razón, la inflación será más persistente, especialmente con un contexto de presión sobria a los precios de los alimentos como consecuencia de la sequía. Pese a ello, el escenario central es de desescalada, sobre todo tras el inesperado acuerdo de alquileres. La principal incógnita radica en la sustentabilidad de la cola proviene de la segunda mitad del año, es decir, cuando el impacto del endurecimiento monetario pilotado por el BCE será más notorio. Las perspectivas mejoran notablemente a corto plazo, pero las incertidumbres nos obligan a corregir los desequilibrios sin bajar la guardia.
Actividad
Según la encuesta de gestores de compra en el sector de servicios, la actividad sigue creciendo a un ritmo elevado (el indicador PMI rozó en abril el nivel 58, netamente por encima del umbral que marca la expansión). Además, las perspectivas son favorables para los próximos meses, a tenor del volumen de pedidos recibidos, particularmente desde el exterior. Por otra parte, el indicador de precios percibidos por las empresas de servicios se mantiene en valores altos, además de superar el índice de precios percibidos –una tendencia que apunta a un crecimiento de los márgenes.
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