Marsella: ‘Por siempre el primero’, el eslogan con el Marsella celebra la eliminación del PSG | deportados

El jugador del Olympique de Marsella, Boli, ganó la Copa de Europa, después de vencer al Milan en la final de Múnich en 1993.

Cuando en 2016 legué a Marsella llevaba en mi maleta algo de ropa, mi ordenador, algunos libros y, sobre todo, muchos prejuicios en cuanto a la capital foceana. Sabía cosas de su bullabesa y de su Vieux Port, de sus colores blancos y azules, de su estadio Vèlodrome y poco más. Me habían hablado y prevenido del carácter problemático de una ciudad histórica y me habían puesto sobre aviso de un estadio caliente, muy caliente, hasta demasiado caliente.

A los días de llegar y mientras paseaba por el litoral de la ciudad descubrió un enorme mural de una marca deportiva que lucía un slogan: «Forever the first». Mi inglés me permite escuchar qu’aquello era algo así como «Los primeros para siempre» pero no acababa de escuchar, de ubicar la cita. La mañana siguiente se me ocurrirá por el asunto cuando llegué a mi despacho en la ciudad deportiva y mis orgullosos marselleses me contestaron que era por su Copa de Europa, la ÚNICA, con mayúsculas, que un club francés había sido capaz de conquistar. La única, Andoni, la única en Francia. Y abandonó que mi mente completará la ecuación. El único en Francia.

Como los tiempos, los presupuestos y los dineros han cambiado mucho, radicalmente, de aquel 1993 glorioso, el hoy es más complicado para esas altas aventuras europeas, pero siempre ofrecen posibilidades para las grandes gestas, esas que el viejo futbol presenta cuando llega la competición de la Copa de Francia, esa en la que todos juegan contra todos en el campo del rival de menor condición o en el que el sorteo determina en caso de similar nivel. Y así, este miércoles jugó un OM-PSG, un Marsella-Paris, un Sur contra Norte, uno de tantos que en Europa han construido su carácter en base al contraste, a la diversidad, un OM-PSG qu’ugaba en la misma fecha que el Paris FC (hay otro club en Paris infinitamente menos rico)-Annecy o el Vierzon-Grenoble entre otros. La Copa, el fútbol y el destin como elementos que igualan riquezas y sueños, uno de aquellos algoritmos que hicieron del fútbol el deporte más popular, más apasionado, más incierto y, por tanto, más mágico.

Busqué el partido en este nuevo mundo, en este nuevo sistema globalizado pero tuve que conformar con seguirlo por las aplicaciones imaginando la caldera que sería el estadio marsellés, imaginando los cantos, el indescriptible ruido y hasta a veces descoordinado del juego, la passion de los seguidores marselleses (pleno de espectadores en casi todos los partidos de esta temporada), la energía del fútbol desbordada, descontrolada, febril y excesiva.

Me costó poco, aunque sé (Marsella me lo enseñó) que hay cosas inconcebibles, reproduzco la explosión cuando el árbitro pitó el final de partido con la clasificación del OM para cuartos de final y, también ya la vez y no sé en qué orden, con la derrota del eterno rival, con la derrota de los de la capital parisina.

Y me recordó que también el fútbol va de eso, de viejas historias, de rivalidades, de pasiones, de recuerdos y de aquellas narraciones con las que nuestros mayores no intentaban orientar para vivir y sobrevivir. Que de esa energía también viven ciudades mágicas como Marsella, y tantas otras de su tipo, de esa que habrá llenado de luz este jueves sus despachos, hospitales y llamadas estrechas, hasta las más conflictivas, para permitirles soñar que los retos más imposibles son alcanzables y que las batallas mas desiguales merecen ser emprendidas.

Todo eso que esta tan cerca del ser humano y tan lejos del Mostrar negocio.

Eso que convendría no olvidar cuando hablamos del fútbol y sus proyectos de cara al futuro, eso que no sale, nunca sale, en una tabla de Excel ni en un PowerPoint ni tampoco, lo siento, en ningún algoritmo.

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