“La industria tabacalera es poco frecuente porque es peligrosa para nuestra salud, nuestro medio ambiente y nuestra democracia”

NOHablábamos de una industria que vendía un producto que ponía en peligro la salud de sus clientes y mataba a la mitad de sus consumidores habituales. Hablamos de la industria tabacalera cuyo costo para nuestro sistema de salud, que asciende a 26 mil millones por año, es muy superior a la recaudación fiscal generada por la venta de tabaco, que es de tan solo 16.000 millones de euros. Hablamos de un producto vendido por estancos, de los cuales dos tercios no sigas la ley prohibir la venta de cigarrillos a menores de edad.

Estamos hablando de una industria cuyo costo social y ambiental es catastrófico: trabajo infantil en los campos de tabaco, deforestación – según la Organización Mundial de la Salud (OMS), debemos cortar un árbol para producir 300 cigarrillos –, monocultivo que lleva al uso de pesticidas y fertilizantes, consumo de agua muy alto ya que es necesario más de 3 litros de agua para producir un cigarrilloproducción de CO22 correspondiente, cada año, a 3 millones de vuelos transatlánticos.

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Hablamos de una industria cuyas técnicas de manipulación, intentos de corrupción e implicación en el comercio ilícito han sido reiteradamente demostradas, dando lugar a un tratado específico: el Convenio Marco de la OMS para el control del tabaco, cuyo preámbulo establece “la necesidad de estar atentos a los posibles esfuerzos de la industria tabacalera para socavar o tergiversar los esfuerzos de control del tabaco”.

Por lo tanto, la industria tabacalera no es una industria como cualquier otra. Y, sin embargo, en los últimos meses han surgido varias características preocupantes que muestran que la industria tabacalera está ganando la batalla contra el bien público.

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La industria tabacalera es responsable de 5% de la deforestación mundial anual. Sin embargo, la reciente decisión tomada por la Unión Europea (UE) de prohibir la importación a Europa de productos de tierras deforestadas después de diciembre de 2020 se refiere a la carne de res, el cacao, el café, el aceite de palma y la soja, pero no al tabaco.

La industria tabacalera generó 84 megatones de CO2, equivalente al 20% de las emisiones anuales de los vuelos comerciales. Pero se salva del futuro mecanismo europeo de impuestos fronterizos sobre el carbono que se pondrá en marcha para alinear el precio del carbono pagado por los bienes importados con el de los productos de la UE. Las importaciones de acero, aluminio, cemento, fertilizantes, electricidad, hidrógeno estarán sujetas a este impuesto al carbono. ¡No tabaco!

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