Guerrero y Husillos, cuartos en sus finales en los Europeos en pista cubierta de atletismo | deportados

Guerrero peló en la recta tras Muir, Bobocea y Ennaoui.Ozan Kose (AFP)

Llueve en Estambul, y la melancolía de la lluvia aumenta la belleza de la ciudad, y no se ven ni un gato por la calle, y desde lejos, en la pista Ataköy sobrecaldeada, porque Esther Guerrero está llorando. Han pasado segundo en la final de 1.500m. Ha ganado la favorita, la escocesa Laura Muir (4m 3,40s). Ella ha quedado cuarta con el mejor tiempo de su vida en pista cubierta (4m 4.86s). Quizás por eso llora. ¿El cuarto duelo? «A mí, no», responde el mediofondista de Banyoles, de 33 años, que en Realidad no lloraba, sino que se reía, incapaz de no disfrutar del momento. “Queda la espinita de haber tenido el podio cerca. Estando fuera del atletismo, como yo he estado, un año lesionada, valoras más los recuerdos, y sabes que el recuerdo de un podio más sensación de pérdida, los momentos de presión competitiva, de sentime atleta. Y he vuelto a sentir competitivas aquí, disputando una final y luchando hasta el final por la victoria”.

La lesión, su superación, ha hecho más sabia a Guerrero, que ha trabajado 24 horas al día para volver a ser, y que ha descubierto, dice, que ya puede ser sin pensar en lo que piensen los demás, sino en sí mismo, in correr siguiendo los pies, sin prestar atención ni a los tiempos de paso, como hace en la finale, que sale rapidísima y ella se coloca delante, tercera, y lucha por keeper la posición, y pelea para ganar posiciones por dentro. Cuando Muir, a falta de 700m, como se esperaba, lanza su ataque, ella adelanta por dentro a la polaca Ennaoui, y marche tercera, directa al podio, y dispuesta a superar a la segunda, la rumana Bobocea, pero la polaca diminuta se recupera, la rebasa y bobocea, plata, se aleja. Séptima acabó la segoviana Águeda Marqués, que también perforó marca personal en pista cubierta (4m 8,76s), y compartió su alegría con su chico, el gallego Adrián Ben, el único español que se clasificó, y sobrándose en una semifinal que ganó y utilizó haciendo un doble Mbappé, manos en axilas, llamada por teléfono, para la finale de los 800m (18.22).

La melancolía no es asunto de Óscar Husillos, que se culpa a sí mismo, a su mala cabeza –“no he sabido gestionar el campeonato”, dice – por haber terminado la cuarta final de 400m en la que defendía el título. Por su mala cabeza, por haber corrido mal la primera serie, el viernes por la mañana, el Expreso de Astudillo entró en una deriva de malas calles que llevó a la calle dos, un infierno en la que un velocista entró a más de 34 por hora y descarrila si no frena, en la final.

Husillos consigue su primer objetivo, entrar en la calle libre por delante del checo de la calle tres, Matel Krsek, pero no puede avanzar más confrontado con el muro del belga Julien Watrin, infranqueable por dentro y por fuera. La carrera, dice, se corre a velocidad «suicida», lanzado por el ritmo kamikaze desde la amplia calle seis por el extraordinario noruego Karsten Warholm, el plus marquista mundial de los 400m con vallas que en invierno se quita la carbonilla disputando algunos 400m lisos , y no sabe no correr a tope, sin calculadora, sin pensar que el ácido láctico es un residuo de quemar energía que solo paraliza a los demás. KW solo desea bajar de 45s y pasa los 200m en 20.84s, y acaba de descubrir y trastabillando, y el láctico le sube y le quema, como a todos, y le agarrota, y le aleja de la barrera de los 45s, y el mismo belga con el que no pudo Husillos, el mismo que en la semifinal le privó de la victoria y una mayor calle, se le echa encima, y ​​por poco no le alcanza. Gana Warholm su segundo Europeo en pista cubierta con 45.35s, nueve centésimas menos que Watrin, que al día siguiente de hacerlo por primera vez vuelve a batir el record belga.

El belga inevitable, y algunos de los hermanos Borlee de toda la vida, volverán a cruzarse el domingo (17.25) en la final del relevo 4×400. Con las bajas por lesión de Manuel Guijarro e Iñaki Cañal, el equipo español, que llegaba como favorito, deberá recurrir a dos jóvenes sin complejos y con ganas de comer el mundo, el vizcaíno de Sopela Markel Fernández, de 20 años, y el extremeño nacido en Alcorcón en 2005 David García, campeón de Europa sub 18 de 400m. El cuarto hombre será el experto toledano Lucas Búa. “Vamos a hacer un gran papel, estoy seguro”, dice Husillos mientras silba al ver por la televisión como la holandesa Femke Bol, “una extraterrestre”, dice, admirativo, gana los 400m con unos espectaculares 49,84s, y corre como quien venta en rodar por el retiro, o eso parece. «Los chavales están muy centrados y con ganas de medirse a los mayores, y ya sabemos de lo que son capaces».

A falta de una jornada, 17 países han conseguido al menos una medalla –Italia ordenó en el medallero, con cuatro, después del doublete en los 60m del sorprendente Samuele Ceccarelli (6.48s), oro, y el campeón olímpico tocado Marcell Jacobs (6.50 s), plata–, y España, que llegó a Estambul con uno de los equipos más pequeños de los últimos años, no está entre ellos. Las posibilidades de entrar en el medallero, y de mjorar el 11º puesto en la tabla de finalistas (tres cuartos puestos, dos septimos, une octavo), en la que también manda Italia, son amplias el domingo, comenzando por el relevo. A las 8.00 a las 19.05, las semifinales y la final de los 60m con vallas, a las que llega el valenciano Quique Llopis con la segunda plus marca. A las 8:12, Jaime Aerolíneas Guerra disputó la final de longitud en el que quizás solo el oro (participa el campeón mundial, olímpico y europeo, el griego Miltiadis Tentoglou) esté fuera de su alcance. A las 18.00, Adel Mechaal al asalto del imposible Jakob Ingebrigtsen en los 3.000m, a las 18.22, la final de los 800m, más abierta que nunca, con Adrián Ben. De los 37 Europeos celebrados en pista cubierta, solo en nueve, y el último fue hace 39 años, Gotemburgo 1984, salió España sin medallas.

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