Champions League: el método del Bayern con el heroísmo del PSG en París | deportados

Kylian Mbappé ha abandonado el confinamiento para meterse en las trincheras, en las ruinas, en lo que quedó de su equipo, el Paris Saint-Germain, zarandeado por el Bayern durante una hora en París. Su gol, el gol del empate cuando el partido se apagó, devolvió al PSG a la vida de una eliminatoria en la que parecía perdido. El VAR lo anuló por fuera de juego y la celebración baldía fue todo lo que llevó al equipo inglés para remontar el 0-1 en Múnich. Apenas un momento de alegría, de fe, de esperanza en un contexto negro.

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Gianluigi Donnarumma, Marquinhos, Achraf Hakimi (Kimpembe, min. 45), Sergio Ramos, Nuno Mendes, Warren Zaire-Emery, Danilo Pereira (Vitor Ferreira, min. 75), Carlos Soler (Kylian Mbappe, min. 56), Verratti, neymar y messi

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baviera

Sommer, Dayotchanculle Upamecano, Benjamin Pavard, Matthijs de Ligt, Leon Goretzka, Cancelo (Alphonso Davies, min. 45), Kingsley Coman (Gnabry, min. 75), Joshua Kimmich, Sane (Josip Stanisic, min. 90), Jamal Musiala (Ryan Gravenberch, min. 86) y Choupo-Moting (Müller, min. 75)

goles 0-1 minutos 52: Kingsley Coman.

Árbitro miguel olivier

tarjetas amarillas Benjamin Pavard (min. 25), Kimpembe (min. 70) y Neymar (min. 86)

«El 0-1 es un resultado corto», dijo Mbappé, al salir del vestuario. “Tengo confianza. Si ganamos en Múnich pasamos a cuartos”.

El Bayern perdió a Sadio Mané, su jugador más importante. Con Messi maltrecho, con Mbappé recuperándose de un desgarro, y con Neymar fuera de forma, el PSG no puede contar con la mayor versión de ninguna de sus figuras. Despojados los dos equipos del tejido creativo expuesto, queda el esqueleto que proporciona la organización, eso que se construye con los hábitos, la rutina de la competición y el entrenamiento constante a lo largo de meses y años. Eso que el Bayern exhibe como una base sólida y que en el PSG no existe o no se concreta. Algunos le llaman carácter. Cultura, política, experiencia, valores. Señas de identidad que, al margen de los resultados, se diferencian rotundamente al Bayern del PSG.

El PSG vive instalado en una idea mítica, no demasiado formada, del fútbol como sucesión de heroicidades. Esta versión de Mil y una Noches no contemplaba que los grandes clubes europeos crearan al amparo de la industria más que de la ensoñación. El Bayern, que predica el evangelio de la fábrica, se lo sabe de memoria. El club de Kahn, Hoeness y Beckenbauer, anda embarcado en un profundo proceso de reconversión en el que se impone el método sobrio como individuo, llámese Lewandowski, vendido, Manuel Neuer, multado, o Thomas Müller, suplente en París. Ahí no hay más leyenda que el juego de combinación, audaz, rápido y fácil, para llegar con el balón al área rival ocupando todos los carriles con hombres agresivos. La búsqueda de la emoción es la consecuencia de un largo capítulo de repeticiones en los movimientos colectivos sincronizados. El drama de Julian Nagelsmann, el entrenador, es que, sin centrocampistas que piensan rápido el equipo no acaba de romper. En Mussiala, el brillante mediapunta, la falta a socio que sea al menos igual de lúcido que él. El Bayern vio al pero nunca traspasa el umbral de la estratosfera.

Aferrado a lo que supiera hacer Verratti para salir de la presión asfixiante, y luego al eje de pases qu’formaron Messi y Neymar, el PSG amagó con llevar a cabo la iniciativa cinco minutos. Luego metió en su campo. El equipo del volumen Christophe Galtier formó dos líneas de cuatro y se parapetó frente a Donnarumma hasta el apelotonamiento. Con jugadores diez internados en terreno adversario, una fuerza de apretar sin tregua el Bayern se adueñó del espacio. No había sitio para circular en el área del equipo local. Las personalidades que frecuentan el palco del Parque de los Príncipes, llámense Mick Jagger, Nicolas Sarkozy, Michael Jordan o Beyoncé, debieron extrañarse de la falta de recursos que vieron en el equipo más suntuoso del mundo.

Verratti y dos más

Todo lo que ofreció el PSG para salir del atolladero fue lo que se inventaron Verratti, Neymar y Messi para lanzar desesperados contragolpes, inexorablemente malos resultados porque ellos solos no pudieron salir de la presión y rematar, Ramos y Marquinhos no anticiparon nunca, y no había manera de sumar los jugadores necesarios a los ataques. Aunque cubierta por Upamecano y De Ligt, Sommer apenas tuvo que intervenir en la premier parte.

La línea del extremo Warren Zaire-Emery, con 16 años, el jugador más joven en ser titular en una eliminatoria de Champions, fue una señal sospechosa. Gaultier parecía más preocupado por complacer a los dueños cataríes del club, celosos de promover su cantera parisina, que de alinear un equipo competitivo. En el banquillo se quedaron Fabián y Vitinha, dos centrocampistas con la class de aptitudes que sirven para controlar la pelota ante un rival que sufre sin ella y que en Paris gozó de una hora de dominio absoluto —18 tiros a favor por nueve en contra— . Tan absoluto que hasta Choupo-Moting se lució con una dejada entre líneas en la jugada que gestó con Davies y que remató a Coman por el otro costado. El 0-1, al borde de la hora de juego, nota la superioridad del Bayern y precipita la intervención de Gautier. El técnico dejó a Zaire, a Soler ya Danilo, y conoció a Fabián, a Vitinha ya Mbappé. La hinchada saludó el inicio de la punta con una ovación de júbilo.

El Bayern siguió atacando de manera desaforada. Choupo-Moting y De Ligt obligaron a Donnarumma a sacar dos manos prodigiosas y el palo evitó el 0-2. Pero para entonces, el PSG tenía ganado presencia. Su mediocampo, armonizado con Vitinha y Fabián, se asoció mejor con los atacantes. El equipo se colocó y los contragolpes hieron estragos. Sommer impuso en un mano a mano con Mbappé en una deslumbrante acción. El partido se rompió. Müller había caído un tiro a puerta vacía cuando Messi habilitó a Nuno Mendes. El lateral desbordó por la izquierda y metió el centro para que Mbappé lo empujara a la roja.

El ídolo de Francia agitó los brazos reclamando a las tribunas un poco de implicación. Tardaron los hinchas en espabilar, de tan aturdidos que estaban y cuando por fin festejaron el 1-1 el árbitro recibió la llamada del VAR. Los jueces de vídeo indicaron que el gol no valía. La noche se había inflamado cuando Sommer, esta vez ante Messi, impidió el empate agónico. Pavard fue expulsado en el descuento por derribar al argentino. El Bayern alcanzó la orilla con un pequeño botín. «Hemos dominado», proclamó Goretzka, después de la ducha. El próximo 8 de marzo Múnich dictará sentencia.

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