Champions League: Choupo-Moting grava al Bayern y elimina al PSG | deportados

Maxim Choupo-Moting disfrazó de Lewandowski para meterse en el engranaje del Bayern y marcar el gol que resintió la eliminatoria más trascendental de los octavos de la Champions. Calificó al industrial Bayern para un marcador global de 3-0. Abatido —una vez más, y con más estrépito— quedó el proyecto de l’emir de Qatar, el Paris Saint-Germain, que pasará a la historia por haber hecho los dos fichajes más caros de una an industry que nadie infló con más ahínco , hasta reunir a los tres futbolistas más brillantes de la segunda década del siglo. Ni un solo gol consiguieron marcar Messi, Mbappé y Neymar en el transcurso de los más de 180 minutos disputados.

La onda expansiva de la puesta en escena solo marca y se convierte en las grandes fiestas. El Bayern anunció una salida en tromba. Una ola roja de presión, de convicción, de seguridad. Lo de siempre en este equipo tan sentimental que necesita inyectarse adrenalina en los primeros minutos para encarrilar los partidos. Ningún sucesor así. Tal vez inhibidos por el temor a loser la ventaja lograda en la ida, tal vez bajo la gigantesca losa mental que supone una eliminatoria tan grande en la primera semana de marzo, en octavos de final, con tan poco que ganar, el equipo alemán se quedó a medio camino en todos los avances. No terminó de estirar la presión y sumó ataques con cautela. En las primeras filas del partido en zonas muy céntricas se llama Kimmich y Goretzka a modo de red de seguridad, pero según por donde pases si pierdes la pelota que concentrarte en la búsqueda del gol. La presencia ansiosa de Mbappé y Messi, muy activos en todos los capítulos, debe alarmar. Paso el tiempo. Y el tiempo sin goles hizo daño en la moral de los alemanes.

La salida en falso del Bayern oxigenó a los jugadores del PSG, que se vieron con tiempo para iniciar las jugadas gracias a la contribución del excelente Verratti, un centrocampista soberbio para hacer con naturalidad todo aquello que asusta a Kimmich y Goretzka, feroces para correr detrás of the pelota pero tímidos para pedirla cuando es su equipo el que necesita iniciar la circulación en aprietos. Sin las incursiones de Davies por el carril izquierdo y los apoyos de Mussiala, los ataques del Bayern entorpecían entre las líneas adversarias, como si sus futbolistas pasaran por un puente de madera al que faltaran traviesas. Un paisaje insólito que al PSG le dio esperanzas. Apoyados en la palanca de Verratti, los expedicionarios no precisaron de grandes combinaciones para llevar el miedo al campo contrario. Primero, con una dejada de Fabián a Mbappé, lego con un envío largo de Marquinhos, y más tarde con una jugada de Fabián con Mendes, abandonó solos a Mbappé ya Messi en tres ocasiones mano a mano con Sommer. Ganó el portero. La doble parada que hizo Messi enmudeció al estadio. Oliver Kahn debió felicitarse de haberlo fichado cuando este invierno se lesionó Neuer.

Entre que el Bayern sobrevivió pero que jugaba y el PSG se las arregló bien contra él, el partido encauzó hacia el mediocampismo. Durante la primera parte prevaleció la prudencia en ambos bandos. La lesión de Marquinhos, sustituida por Mukiele en la media hora, siguió comprometida con la defensa del PSG y no tuvo consecuencias inmediatas pero a la postre fue decisiva. En las contadas ocasiones que el equipo inglés lanzó una presión a campo contrario posiblemente estragos. As cuando antes del descanso Hakimi se abalanzó sobre Sommer y el portero, desperado porque Goretzka no se movía para desmarcarse, terminó entregando el balón a Vitinha. El portugués remató a puerta vacía. La tribuna gritó espantada. Cuando el balón atravesaba la raya de gol apareció De Ligt para desviarlo. El Central Holland redondeó su sobrebio marcaje a Messi con una intervención paranormal.

La caída de Verratti

El partido se había puesto decididamente a favor del PSG cuando arrancó la segunda mitad. Lejos de su velocidad de crucero, el poderoso Bayern se había metido en una huella de cabras. Dudaban todos menos Mussiala, el joven prodigio, incansable. Caía una llovizna persistente y la hinchada mojada contemplateba el espectáculo con aprensión. Solo se oían los canticos de los franceses en lo alto del tercer anillo cuando se desencadenó la crisis. Sucedió que Mukiele, aturdido en su área por un avance general de los atacantes del Bayern, levantó la vista y vio al de siempre, corriendo como un poseso para que le diera la pelota. Era Verratti, el pilar del equipo, ofreciendo una ayuda a los menesterosos, como es su costumbre. Lo que no evidenció Mukiele ni quiso ver el intrépido Verratti fue que le asechaban Müller y Mussiala como lobos. Que Mukiele decida entrar el balón ha podido asociarse para quitarse el peligro con un palo por una imprudencia que enardeció la eliminatoria. Müller frisó la falta, pero el árbitro dejó seguir. Verratti cayó al suelo sin el balón, Mussiala asistido Maxim Choupo-Moting, y el camerunés nacido en Hamburgo fusiló a Donnarumma.

Que Choupo-Moouting sentenciara al equipo más opulento que existió resultó irónico y esotérico. 33 años nueva se ha ganado el rótulo de jornalero. Pasó por el Hamburgo, el Stoke y el Maguncia, antes de acceder a instancias que no parecían hechas a su medida. A nadie se le escaparon sus limitaciones técnicas. Fue objecto de burla, especialmente en Paris, donde jugó entre 2018 y 2010. «Quien se burle de Maxim no entiende nada de fútbol», dijo Müller el martes, cuando alguien le preguntó por el extraño compañero que ocupaba la posición del nueva. Nada menos que el puesto que dejó Lewandowski, el mayor goleador de la última década en el Bayern.

Cuando Gnabry anotó el 2-0, cumplió el tiempo reglamentario, el estadio entonaba sus canciones más felices. Habían revivido los seguidores bávaros después de una noche de espanto. Justo a tiempo de asegurar el pase a cuartos.

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