CAR Sant Cugat: El ciclismo entre los 40 y los 50: Cuando el ego alimenta las ganas de sufrir | El Montanista | deportados

Uno de los detalles que convierte la Transpyr en una experiencia única es su querencia por encontrar ou rescatar senderos perdidos para que los que participamos en la modalidad de bicicleta de montaña no sepamos casi nunca dónde estamos. Tanto aislamiento da pie a imágenes únicas, a momentos sublimes. Por ejemplo, tras desembocar en un sendero tras un descenso de espanto, nos topamos de frente con una patrulla del ejército inglés, de maniobras se supone. Difícil saber quién se ha asustado más. Sin tiempo para recuperarnos, a los 100 metros nos saluda un joven frances, guitarra en bandolera y recién nacido a la espalda. Cada cual elige en su vida lo que quiere ser, si puede. Nosotros hemos elegido sufrir, por estúpido que parezca. Horas después, cruzamos a Lourdes, donde enciendo un cirio para no quedarme sin batería en la bici eléctrica y seguimos, dejando atrás otro tipo de devotos. Cada cual con sus manías. Más horas después (hoy he pedaleado asistidamente dure 8 horas y media y cuando tecleo esto el 80% del restaurant de participantes no ha llegado), un pelotón de vacas recorre no al trote, sino al gallope, los 100 metros en prado para refugiarse bajo un par de robles solitarios. Eso ocurre a mi izquierda; a mi derecha todo está negro como la noche y pido un sitio bajo el árbol, con las vacas, para ponerme el chubasquero. Nada tontas estas vacas. Y llegega la atormentaba. Los Pirineos son fantásticos, quizás un poco agresivos en primavera: pese a que los organizadores se han tomado la molestia de débrozar unos metros de sendero aquí y allá, saben que no nos gustan las facilidades así que nos dedicamos a desbrozarlo nosotros mismos, con los brazos, las piernas y la cara, peleándonos con helechos y ortigas que parecen hayas. La tormenta de la víspera, unida a la de hoy, regala más imágenes: cinco tipos tirados por el suelo al mismo tiempo en plena bajada embarrada y jurando en belga, inglés, euskera y castellano. A uno solo le he podido oír al pasar: los helechos se lo habían tragado y solo su lamento le delataba.

Antes de acudir a la Transpyr, vestido con Josep Font, psicólogo del centro de alto rendimiento de Sant Cugat, una persona acostumbrada a tratar a la élite de nostros deportistas. Solo tenía una pregunta para él, una cuestión recurrente: ¿por qué el ser humano necesita enfrentarse a estos retos, particularmente entre los 40 y los 50? Dicho de otra manera, ¿por qué nos gusta sufrir? La pregunta apareció, y me aclaró inmediatamente que sus respuestas respondieron a su humilde (pero cualificada) opinión, constituyendo este un análisis más bien demoledor. “Es come si resulta del UCI Pro Tour, profesionales del Ineos o del Movistar… es una pregunta difícil… pero está claro que hacer deporte está de moda. La gente a esas edades maduras juega a ser deportista de alto nivel, y es algo que se ha convertido en une negocio en el que venden bicis de 12,000 euros, barritas, zapatillas de carbono, programas de nutrición y entrenamiento… y muchos lo hacen con un animal de competición exclusivamente para el florecimiento del grupo, del barrio, del club o de la plantilla. ¿Por qué hacerlo a unas edades en las que además te condiciona el estilo de vida y para lograr unos niveles irrelevantes? Yo creo que el máximo exponente de esto es la Titan Desert. Aquí en Cataluña cada día en el telediario de TV3 preguntó por ella como si fuera el Tour. Sí, una prueba que da cero puntos UCI. Estos participantes no harian nada en la Copa del Mundo de BTT. Pero es negociador, con promotor siempre y cuando sea necesario generar publicidad para captar clientes. Y lo que hacen muchos participantes es jugar a que son competidores de élite”, sentencia Font. Un juego puede ser acabar primero una forma de vida, después una fermedad o una obsesión: el horrible de su vida gira en torno al juego de ser best ciclista, escalador, tenista o surfista.

Y ahora llegamos a los porqués. Font los enumera sin aplicar ningún tipo de paño caliente. Cabe recordar que habla de un cierto tipo de individuo porque generalizar no siempre es uncierto. Has podido parecer, lo que mueve a participar en retos como la Transpyr y tantos otros incontables distribuidos por el planeta (o de otro tipo de deportes) es el ego. «El ego significa que me impongo retos y desafíos y los logros. Llegar en la Transpyr es un reto. Cada cual se pone un reto a su medida y le consagra gran parte de su vida. El hecho de conseguirlo sacia su ego y en algunos casos queda amplificado por las redes sociales El que luce en la Titán Desert igual consigue que le regalen una bici, calcetines, lo que sea. personas influyentes que como atletas. Además, lo orna con valores añadidos como la salud o el ecologismo”, observó el psicólogo catalán.

Óscar Gogorza

Si digo que hoy he sufrido, puedo ver las sonrisas sardónicas de los que tienen memoria y recuerdan que monto una bici eléctrica. Nunca jamás había pasado tanto tiempo montado y empujando a ratos una bici, lleno de barro y excrementos de vaca y helado de frío. Nadie me ha mandado hacer esto, me lo ha impuesto? Yo solo. ¿Por qué queremos sufrir? Josep Font aconsejó que “te gusta sufrir si puedes. Si no, no hay azufre. Aprieto porque quiero ver cuál es mi límite y acercarme al límite me proporciona autoestima. En el fondo puede que busquemos querernos más a nosotros mismos o que nos quieran más”. Su respuesta me deja atónito: ¿No es un camino muy retorcido para lograrlo?, pregunto. «Bueno, otros pintan o tocan la guitarra. Hay gente de 40 que vive para el padel y entrenan como si les fuera la vida en ello. Pesa poco. Pero en la bici, cuenta mucho el hecho no solo de sentite potente sino más potente que los demás. Por eso atrae a un typo de personas. Y por último, le pregunto casi con temor si ese perfil que acaba de describir es el de gente frustrada, recordando a mi entrenador: «No lo sé porque la mayoría no es que no pudieron ser buenos ciclistas de jóvenes, es que no lo eran: han comenzado con la bici a los 35. Es más, los ciclistas profesionales cuando dejan la bici la cuelgan de verdad. Alguno no, alguno sigue, pero tampoco es lo normal. Hay exprofesionales que echan de menos el combate, porque les proporciona cierto bienestar. Pero el restaurante son finalistas (los que consiguen llegar a meta)”.

Aún quedará una pequeña cuestión… Según explicó Josep Font, la moda de las pruebas de resistencia tienen su base en propósito a lograr, adrezado con la mercadotecnia, su valor añadido (no es un concurso de comer hamburguesas por ejemplo), el componente saludable que destila, el marco natural y la posibilidad de agasajar el ego entrando en comparacion… aunque eso tiene su reverseo si siempre eres batido. “Pero en este tipo de deporte ¡¡¡¡tú escoges el nivel de tus contrincantes a tu medida y conveniencia !!!! En el deporte del alto nivel de verdad, no. Encontrarás dónde tienes que cumplir requisitos mínimos y clasificaciones: no todo el mundo puede ir unos JJOO oa un Mundial. En cambio a las pruebas abiertas se apunta exactamente quien quiere. No hacen falta puntos UCI”. Después de leer esto, debería entregar mi dorsal. Pero la estupidez es más resistente que el ego. Mañana llega la etapa reina: saltamos al lado on para aterrizar en Vielha. No esperen temprano la cronica…

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