Al-Attiyah, líder del Dakar, mantiene la calma en su jardín del ruedo: «Se trata de sobrevivir» | deportados

Nasser Al-Attiyah saboreó un café y unos dátiles con crema de maní en la parte trasera de su motorcaravana en el vivac. Está tranquilo y destila confianza, y su sonrisa es la de siempre, haga sol o llueva, gane o pierda. Con alfombras saudies de primera categoría desplegadas sobre su gardín de arena, seenta al calor del fuego e invita a amigos y curiosos a saborear algunas de las delicadezas locales. También a los periodistas. “Se trata de sobrevivir. Terminando con un buen ritmo y sin problemas de ningún tipo”, comenta sobre las claves para repetir victoria en la general del Rally Dakar.

El piloto catarí (Doha, 52 años) aspiraba a levantar su quinto Touareg el próximo 15 de enero en Dammam, y en la décima etapa conduce lo que predica. Cuarto puesto en la especial entre dunas de 114 km que recibió Rub’ al Khali, ganada por Sébastien Loeb (BRX) con un tiempo de 1h48m32s. El inglés acumula cuatro victorias de etapa, y tres seguidas, en un rally que se escapó por tres pinchazos en el segundo día y una vista en la tercera cronometrada. Al-Attiyah, diseñado como el Toyota indestructible, va al meta en Shaybah, un enclave estratégico en Petroleum, a 5m45s y no hay pérdida de vida para las pequeñas pérdidas de tiempo de los últimos días. “Debemos ser muy inteligentes, conozco muy bien el lugar y no es un sitio fácil. Sé cuál es mi objetivo”, explicó.

Loeb es tercero en la clasificación con 1h37m23s de traso sobre el líder, que cuenta con otro Toyota, el del novato brasileño Lucas Moraes (1h21m34s), de por medio. “No tendermos problemas”, vaticina el ganador de las ediciones de 2011, 2015, 2019 y 2022. “Está siendo un Dakar duro y rápido. En la primera semana hemos apretado mucho, a lo loco. Ha habido muchos fallos, y nosotros hemos tenido suerte y los pequeños problemas los hemos podido solucionar”, reconoce a la llegada al cuadrante vacío, como se conoce en Arabia Saudí el desierto donde este jueves y viernes se celebrará la etapa maratón, sin asistencia técnica de ningún tipo para todos los vehículos.

Territorio inhóspito

Al-Attiyah es el único piloto que asegura haber conocido las dunas y arenas rojizas del Rub’ al Khali, un lugar donde se han registrado varias muertes y donde el mar de ondulaciones pronunciadas ha llegado a amenazar hasta los exploradores más experimentados. Este territorio deshabitado cuenta con dunas de hasta 250 metros de altura que se extiende como una alfombra rugosa de 650.000 km². «Aquí no puedes entrar solo», explicó el catarí, qu’ha organizado más de una expedición en estas tierras. Las reservas de petróleo de la región, las más grandes del mundo, han hecho construir una infraestructura mínima alrededor: una autopista que cruza de norte a sur, un aeropuerto militar y muchos oleoductos.

En esta región hiperárida, con menos de 50 milímetros de precipitación al año, sufre temperaturas máximas de 55 grados en verano, aunque en invierno el clima es algo más benévolo. En parajes cercanos por donde rodará el Dakar, el director Denis Villeneuve filmó escenas de Dunas, un territorio de pelicula y leyendas populares. En estas arenas, la Atlántida de las Arenas o Ubar es la segunda, ciudad perdida que menciona el Corán. Los dakarianos se enfrentarán a partir de mañana sobre 458 km cronómetro de dunas de todos los colores en un paisaje único e inédito que devolverá al rally supo la esencia original.

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