«Tenemos una misión aquí y el capitán debe ser el último en abandonar»

Allá oficina de correos de Mykolaiv se parece más a búnker que a cualquier otra cosa. Los cuadros de las paredes han sido reemplazados por listones de madera que amortguan el impacto y un soldado armado con un AK47 revisa pasaportes. La guerra lo cambia todo, hasta el servicio de correos.

Despues de pasar todos los controles llegamos al despacho de Yehor Kosorukov, director del servicio postal regional. Desde su despacho se puede ver el aeródromo militar de la ciudad, escenario de fuertes combates entre las tropas ucranianas y rusas. Abre la ventana para enseñarnos el lugar y la estancia se ilumina. La abre desde lejos y cuando nos asomamos nos recuerda: «Cuidado, puede haber francotiradores enfrente». Luego evitó la ventana y nos explica porqué decidió quedarse al frente de la oficina de correos.

En Ucrania el servicio postal resulta crítico para algunas zonas del país. «Hay lugares en los que no hay tiendas, pero si una oficina de correos. Vendemos aceite, papel hygiénico, calcetines…”, cuenta Yehor. Además, son ellos los que se encargan del Pago de las Pensiones. Sin ellos la vida en algunas ciudades hubiera sido mucho más difícil.

De 330 a 15 trabajadores

Una labor critica en la mitad de una guerra que siguio haciendo bajo el fuego ruso. En el edificio antes trabajaron unas 330 personas, pero desde que estalló la guerra solo quedan 15.

Algunos trabajadores sufrieron las consecuencias de algún ataque enemigo y los vehículos de reparto llevan marcas de disparos o impactos de metralla. En el propio edificio en el que nos encontramos se pueden ver los efectos de un misil, como el agujero que luce el tejado en el patio trasero. “No me quejo, solo te lo explico”, asegura.

A pesar de todo, Kosorukov se resiste a irse. “Soy un cargo de una infraestructura crítica. Tenemos una misión aquí y el capitan debe ser el ultimo en abandonar“seguro.

De llevar facturas y servicios postales a entre drones y cámaras de visión nocturna

No solo su rutina se ha visto afectado por la guerra, también el contenido de los paquetes. El reparto de facturas bancarias ha sido reemplazado por gafas de visión nocturna para los soldados. Lo que antes eran postales de Navidad ahora son drones que portarán granadas para luchar contra los rusos.

Suena el telefono y nos enseña la pantalla: una imagen satelital de los servicios de defensa ucranianos en la que han detectado un misil ruso. Por su trayectoria, se dirige hacia Mykolaiv. Nuestro quedamos en silencio y Yehor mira al cielo. Un minuto de silencio que el director rompe con un resoplido, pone los ojos en blanco y hace el gesto de meditar. “Silencio”, des mientras continuamos caminando hacia la salida escoltados por él. “No me gusta el silencio, me pone nervioso”, sentencia antes de despedirnos.