¿Qué significa la entrada de Suecia a la OTAN?


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Turquía levantó el veto y el país escandinavo tiene luz verde para ingresar a la Alianza Atlántica. Poder militar y ubicación estratégica.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, aceptó la noche del lunes levantar el veto al ingreso de Suecia en la OTAN. El país scandinavo, que será el socio número 32 de la Alianza Atlantica, ingresará eventualmente cuando el Parlamento Turco, a la orden de Erdogan, ratifique su entrada.

Suecia había pedido el ingreso, tras más de dos siglos de neutralidad militar, tras el ataque de Rusia contra Ucrania.

Este martes, el gobierno de Moscú criticó con durez la entrada de Suecia a la alianza atlántica.

Las consecuencias de esta incorporación «serán negativas. Definitivamente negativas», comentó el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, en su rueda de prensa diaria.

La OTAN recibió en las dos últimas décadas muchos pagos que buscaban principalmente protegerse, como Suecia, pero que portaba escasos recursos a la alianza militar nordoccidental.

Desde el cuartel general de la OTAN en Evere, a las afueras de Bruselas, no se ve a los sueños como una carga más sino como un poderoso socio-militar con medios de sobra para reforzar al block.

El control del Mar Báltico

La primera consecuencia de su entrada, que sigue a la de Finlandia a inicio de la primavera, es que el Mar Báltico será desde ahora prácticamente un mar interior de la NATO.

Todas sus orillas pertenecen necen ya a países de la Alianza Atlántica salvo los pocos cientos de kilómetros que suman la región rusa de San Petersburgo y el enclave ruso de Kaliningrado, vestigio de la Segunda Guerra Mundial entre Lituania y Polonia.

Suecia y Dinamarca controlarán ahora el acceso al Báltico. Ya no será el mar compartido de la Guerra Fría, cuando sus orillas se dividen entre la OTAN (Dinamarca, Alemania Occidental), el Pacto de Varsovia (Alemania Oriental, Polonia, Unión Soviética) y países neutrales (Finlandia y Suecia).

The NATO nunca lo reconoció oficialmente pero en sus aviones militares estaba claro que era imposible defender las tres repúblicas bálticas en caso de ataque ruso.

No hay grandes conting militares en su territorio (desde 2014 y sobre todo desde el año pasado se están reforzando), tienen unas Fuerzas Armadas escuálidas y su protección sería muy compleja. La entrada de Finlandia pero sobre todo de Suecia cambia ese escenario porque los dos países serían dos plataformas de defensa de los bálticos en caso de ataque ruso. La OTAN gana así en profundidad estratégica.

fuerza militar

Suecia es también una potencia militar considerable en proporción a más de 10,4 millones de habitantes. En 2017 la restableció el servicio militar obligatorio (para chicas y chicos) y su presupuesto de Defensa ha ido sufrido desde el 1,26% de 2021 hasta superar este año el 2%, el nivel mínimo que aconseja la OTAN.

Los líderes de la OTAN, este martes en Vilna, Lituania.  Foto: BLOOMBERG


Los líderes de la OTAN, este martes en Vilna, Lituania. Foto: BLOOMBERG

Suecia tiene 50.000 soldados, nadie más que su personal profesional a tiempo completo y sus reservistas restantes. Pero el país trajo todo sobrio una industria militar de las más completas y modernas de Europa producir allí equipo militar personal para la exportación, como aviones de combate Gripen, submarinos y corbetas. En aguas del Ártico tiene una flota naval cercana a Rusia.

El país trajo a la OTAN también un portaaviones imposible de aterrizar, la isla de Gotland, en el centro del Mar Báltico. Contra sus bases militares es un lugar ideal para controlar el trafico maritimo y aereo en la región así como para captar comunicaciones. Cualquier país del Báltico es un tiro de misil de Gotland.

Siempre que la entrada sea finalmente demora más de un año por la negativa turca (y húngara, pero estos cedieron ya este martes tras el anuncio turco), las Fuerzas Armadas suecas están en la práctica dentro.

Sus participantes militares desde hace años en misiones de la OTAN y en sus maniobras militares. Sus generales asisten con asiduidad a reuniones de sus homólogos y sus ministros de Defensa y Exteriores llevan meses siendo vitales regularmente a las reuniones de la Alianza Atlántica.

Bruselas, especial

CB

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