«Los franceses tienen al menos tres buenas razones para mostrar su hostilidad ante la perspectiva de trabajar hasta los 64 años»

METROPese a los esfuerzos del Ejecutivo por intentar demostrar que la reforma de las pensiones es justa y fundamental, los franceses se niegan a trabajar dos años más. Y, desde una perspectiva laboral, tienen al menos tres buenas razones para mostrar su hostilidad hacia esta perspectiva.

Lea la columna de Françoise Fressoz: Artículo reservado para nuestros suscriptores «En el conflicto por la reforma de las pensiones se juega todo al revés»

En primer lugar, las arduas condiciones de trabajo distan mucho de ser compatibles con la edad avanzada. Trabajo de investigación en ergonomía (El trabajo a toda prisa, de Corine Gaudart y Serge Volkoff, Les Petits Matins, 2022) han demostrado que las limitaciones de tiempo, el trabajo apresurado y la falta de flexibilidad han causado problemas particulares a los trabajadores de edad avanzada. O bien, es precisamente la intensificación del trabajo lo que mejor caracteriza la evolución de las condiciones de trabajo en los últimos treinta años.

Según encuestas del Departamento de Investigaciones, Estudios y Estadísticas (Dares) del Ministerio del Trabajo, entre 1984 y 2019, la proporción de empleados cuyo ritmo de trabajo es impuesto por «normas o plazos en una hora como máximo» aumentó del 5% al ​​23%; la de los trabajadores cuyo ritmo depende de un «Solicitud externa que requiere una respuesta inmediata» aumentó del 28% al 55%.

Una de las primeras preocupaciones de los empleados ante el descenso de la edad legal de jubilación parece ser si podrán seguir el ritmo que impone la organización del trabajo. Además, cuanto más envejecen, más negativa es la respuesta a esta pregunta, especialmente para los trabajadores y empleados. Según los primeros resultados deun estudio realizado por el observatorio Everest, después de los 60 años, la mitad de los trabajadores y empleados duda que su estado de salud les permita, dentro de dos años, continuar con su trabajo actual. Y sabemos por otros trabajos científicos que estas dudas muchas veces están justificadas y sugieren la aparición de una incapacidad. Con graves riesgos de pérdida de empleo y un largo período de desempleo.

“Situación estancada”

La segunda razón para negarse a trabajar hasta los 64 años se encuentra en las comparaciones europeas. La mayor edad de salida en el número de países de la Unión justificaría, para el Ejecutivo, que Francia retrocediera la suya. Salvo que la primera ministra, Elisabeth Borne, y su ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, se cuidan de no reconocer que, entre los países europeos, Francia está en la línea del pelotón en el ámbito de la calidad de las condiciones laborales.

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