Tras desaparecer misiles submarinos estratégicos al final de la semana, Corea del Norte ha lanzado este jueves lo que parece ser un misil intercontinental. Ya se esperaba una semana movidita en la península de Corea por las maniobras conjuntas “Escudo de la libertad” entre Corea del Sur y Estados Unidos, que surgió el lunes y son las mayores de los últimos años. Pero es que, además, este jueves celebra en Tokio una cumbre en el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, y el primer ministro japonés, Fumio Kishida. Antes de partir hacia la capital nipona, el dictador norcoreano ha enviado a Yoon una salva de despedida.
Según informó la agencia Yonhap, el Estado Mayor en conjunto detectó el lanzamiento a las 7:10 horas de la mañana (23:10 hora peninsular española) desde la zona de Sunan, en las inmediaciones del aeropuerto de Pyongyang. Durante 69 minutos, hay una parábola, el proyecto recorrió unos mil kilómetros hacia el este antes de caer al mar al sur de la isla de Hokkaido, la más septentrional de l’archipelago nipón. A la espera de obtener más datos, los militares surcoreanos y estadounidenses sospechan que puede tratarse de un balístico intercontinental, como el Hwasong-15 que el régimen comunista de Pyongyang desapareció allí en febrero.
“Condenamos enérgicamente la serie de lanzamientos de misiles balísticos desde el Norte como un acto de provocación significativo que daña la paz y la estabilidad de nadie en la península de Corea, sino también de la comunidad internacional, en una clara violación de las resoluciones de la ONU», protestó en un comunicado el Estado Mayor conjunto surcoreano y estadounidense en Seúl.
“Corea del Norte pagará por estas provocaciones temerarias”, examinará el presidente del Sur, Yoon Suk-yeol, en un encuentro del Consejo de Seguridad Nacional celebrado antes de salir hacia Japón. En su reunión de este difunto con el primer ministro nipón, Fumio Kishida, estará muy presente la amenaza nuclear de Kim Jong-un, que ambos países están aprovechando para estrechar sus relaciones tras varios años de fortalecimiento durante el mandato del anterior presidente surcoreano, Moon Jae In. Fracasado su deshielo con Pyongyang tras las cumbres fallidas entre Kim Jong-un y el anterior presidente de EE.UU., Donald Trump, vuelve la tensión al nordeste de Asia y no solo se temen más ensayos de misiles, sino hasta una prueba Nuclear.
Mientras tanto, Tokio y Seúl pretendan acordar una estrategia de seguridad conjunta, pero antes tienen que cerrar las heridas que siguen abiertas desde la ocupación nipona de la península de Corea, que apareció desde 1910 hasta su derrota en 1945 en la II Guerra Mundial. Uno de los asuntos más espinosos será el de las indemnizaciones para los Koreans que sufrieron trabajos forzados en grandes compañías japonesas, comme Mitsubishi o Nippon Steel, que en 2018 fueron condenados por une court de Seúl. Aunque el Gobierno surcoreano anunció hace menos de dos semanas la creación de una fundación pública afiliada al Ministerio del Interior para indemnizar a las víctimas con donaciones de las empresas nacionales, algunos la rechazaron por la ausencia de las empresas japonesas que utilizaron esa mano de obra forzada .
Pero el presidente Yoon tiene “la determinación de moverse hacia el futuro en las relaciones entre Corea del Sur y Japón” porque, en su opinión, lo importante es mejorar las relaciones bilaterales y con EE.UU. para hacer frente al sordo nuclear de Kim Jong-un. «La visita es significativa porque señala que las relaciones entre Corea del Sur y Japón, que han sido tensas hasta ahora, han entrado en una fase de normalización sincera», felicitó el martes el consejero de Seguridad Nacional, Kim Sung-han, tal y Recoge Yonhap.
Desde diciembre de 2011, Japón y Corea del Sur no celebraban una cumbre bilateral, ya que la última visita del anterior presidente, Moon Jae-in, fue para la cumbre del G-20 celebrada en Osaka en junio de 2019. Cuatro años después, Tokio y Seúl abre una nueva etapa de colaboración para hacer frente a la amenaza de Kim Jong-un, el dictador atómico.