En el Salón Aeronáutico de París, Sodern hace brillar las estrellas a plena luz del día

“Ya está, la nube ha pasado, mira en la pantalla. Este punto luminoso es Kochab, una de las estrellas de la Osa Menor. » Son casi las 16:00 horas del miércoles 21 de junio, el sol deslumbra sobre la pista del aeropuerto de Le Bourget (Seine-Saint-Denis). Sin embargo, a pesar de esta intensa luminosidad, el operador impasible continúa su demostración en el stand de Sodern, el líder mundial en buscadores de estrellas. «Ahora voy a apuntar el visor a un rincón más claro del cielo y verás a Dubhe y Merak, que son parte de la constelación de la Osa Mayor. » Y efectivamente, aparecen dos pequeños puntos brillantes, cada uno en una pantalla diferente.

Si a veces es posible ver la Luna a plena luz del día y la Estrella Vespertina al final de la tarde, nada parecido a esto para las otras estrellas antes del anochecer. Al menos hasta ahora, ya que en el Salón Internacional del Aire y del Espacio de Le Bourget, esta filial de ArianeGroup presentó unos equipos, apenas más grandes que una caja de zapatos, que dejan entrever que son invisibles a simple vista.

Una experiencia impresionante bajo un cielo azul. La empresa ha adaptado así, en pocos meses, al uso terrestre la tecnología que domina en el espacio. Permite a los satélites equipados con él ubicarse apuntando a las estrellas y corregir su trayectoria si es necesario. Son necesarios dos puntos de referencia y la unidad inercial, acoplada al visor, extrapola la posición.

Sistema no bloqueable

En la Tierra, esta geolocalización permitirá a los usuarios ser autónomos y seguros de su situación porque el sistema “no es perturbable ni señuelo, a diferencia de los sistemas de posicionamiento por satélite, como el GPS”, explica Vincent Dedieu, Director General Adjunto. La guerra en Ucrania también ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las señales de radionavegación que podrían ser manipuladas, proporcionando datos falsos a los barcos que se acercan a la costa o haciendo que los drones pierdan el control.

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Sin embargo, una limitación para esta innovación es la necesidad de tener un cielo despejado, las nubes impiden la ubicación de las estrellas. De ahí la idea de probarlo primero en aviones porque vuelan por encima de la capa de nubes. Pero también para instalarlo en barcos, navegando despacio porque, una vez fijado su rumbo, la deriva es baja y basta con un reajuste cada día, incluso cada dos días.

“En cierto modo, volvemos al sextante”, plantea el señor Dedieu. Si la navegación celeste se observa cada vez más en los Estados Unidos, «No conozco ningún proyecto similar al nuestro en este momento», él añade. La demostración inicialmente interesó a los militares, pero el objetivo de Sodern es lograr la comercialización en dos o tres años. Y también, hasta entonces, seguir investigando para finalmente romper las nubes.