del control de los cuarteles a los gestos sociales

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, cumple este lunes 100 dias en el poderen el inicio de Gobierno más turbulento de la historia reciente del país, debido a la intentona golpista perpetrada por militantes de extrema derecha.

La irrupción violenta de la turba de bolsonaristas el 8 de enero no solo causó cuantiosos destrozos en las sedes de los tres poderes de la República, sino que forzó al nuevo Gobierno, una semana después de asumir el poder, a cambiar sus prioridades para concentrar sus esfuerzos en disipar posibles nuevas amenazas a la democracia.

Lula tuvo que dedicar varias semanas a prestar toda su atención a la cúpula de las Fuerzas Armadas y de otros cuerpos de seguridad, para empeñarse en «despolitizar» los cuadros de mando.

Reportado a algunos comandantes demasiado cercanos a su antecesor Jair Bolsonaro, entre ellos el ahora excomandante del Ejército, general Júlio César Arruda.

Desde entonces, el nuevo presidente ha multiplicado sus reuniones con la cúpula militar y se ha prodigado en actos castrenses, con el objetivo de recuperar una normalidad institucional que fue dinamitada en los cuatro años de hegemonía de la ultraderecha.




El expresidente Jair Bolsonaro ha regresado a Brasil en las finales de marzo. Foto: AFP

Programas sociales

La incipiente desbolsonarización de las instituciones, un proceso que todavía se puede alargar, ha ido a la par con la «obsesión» de Lula -según sus propias palabras- por volver a las políticas sociales que en el pasado tuvieron un impacto en la reducción de la pobreza y que fueron enterrados por Jair Bolsonaro.

Entre otros, recuperar la Bolsa Familia, el programa principal de subsidios a los pobres, o el programa de viviendas populares Mi Casa Mi Vida.

También impregnó su gestión de gestos a los grupos sociales más maltratados por la extrema derecha, como mujeres, minorías sexuales y racialesen particular hacia los indígenas, a los que dedicó por primera vez un ministerio.

Entre los gestos, hubo 11 mujeres para dirigir un total de 38 ministerios, la mayor proporción de ministerios de la historia de Brasil.

Xi Jinping y Lula da Silva, en Brasilia, en 2009. Foto AFP


Xi Jinping y Lula da Silva, en Brasilia, en 2009. Foto AFP

exterior de la politica

Otro de los grandes volantazos de Lula se ha producido en política exterior, en la que ha tenido una agenda frenéticaen contraste con el aislamiento de su antecesor.

En estos 100 días viajó a Argentina, para la cumbre de la CELAC; a Uruguay y Estados Unidos, y por enfermedad tuvo qu’aplazar un viaje a China y Emiratos Árabes Unidos, que hará la semana próxima.

También ha reactivado relaciones con Venezuelasuspendido por Bolsonaro, se reincorpora allí a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), de la que Brasil se había separado en 2019.

Gran parte de la política externa de Lula se ha centrado en volver a potenciar acuerdos internacionales orientado a la protección de la sal amazónica, en especial a partir de la reactivación del Fondo Amazónico, que financiera Noruega y Alemania y al que podrían resumir otros payses.

economía

Lula ha adelantado que aparte de ahora su atención se centrará de lleno en la economía, un sector que de momento la ha generado más dolores de cabeza, que avanza.

Constants han sido los roces del Gobierno con el Banco Central, a cuentas del elevado nivel de las tasas de interés (13.75%), que han tenido éxito en frenar la inflación, pero que como efecto colateral han frenado el crecimiento y el mercado de trabajo.

Pero el ente emisor, que cuenta con plena autonomía, de momento no ha cedido a las constantes presiones que han partido del propio Lula y de su ministro de Hacienda, Fernando Haddad, y se ha negado a moderar los tipos por los temores una posible pérdida de control de precios.

El Gobierno sí ha conseguido presentar un proyecto para establecer unas nueva normativa fiscalque prévén una flexibilización de los topes de gasto, pero su aprobación llegó del Congreso Nacional.

Esas regulaciones fiscales, que serán necesarias para poder aumentar el gasto para los programas sociales, también estarán vinculados a una futura reforma tributaria de gran calado que el Gobierno está preparando y que también deberá pasar por un trámite todavía incierto en el Legislativo.

Agencia EFE

PB

Mira también