Rosa Romero Font (Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, 53 años) ya ve muy cerca la línea de meta de su décimo rally Dakar, donde ya es leyenda –la organización otorga esta distinción a todos los pilotos cuando alcanzan esta cifra– . “Me hizo mucha gracia, diez dan para muchas aventuras, y es algo que ahora comparto con Nani”, comentó. Su marido, Nani Roma, el tercer piloto de la historia en ganar la prueba en motos y coches, no la compañía en esta ocasión. Un cáncer de vejiga sacudió a la familia justo después de la edición de 2022 y ha trastocado su diario habitual. “Ha sido un año difícil. Cuando le detectaron lo dejaron todo de lado. Me llamaban para hacer el Dakar, pero solo había una prioridad en casa. Hay cosas más más más importantes que la carrera”, cuenta esta ingeniera técnica de telecomunicaciones desde la tienda de su equipo, qu’elle reclutó en septiembre, à cuatro meses del viaje a Arabia Saudita.
Su décima participación está siendo muy distinta, y es que Rosa y Nani estaban acostumbrados a compartir sus aventuras y desventuras en el campamento. “Se me hace muy raro. Yo antes iba en moto y era muy duro físicamente, muy cansado. Cuando llegaba al vivac, como él tenía más medios en un equipo oficial, aunque fuera muy tarde tenía un plato de comida caliente esperándome. Era casi como estar en casa, así lo sentí yo”, recuerda. In Spain se han quedado sus tres perros y tres hijos, que este año han pasado el primer fin de año de sus vidas con el padre. “Tranquila que me quedo vigilando el castillo”, le decía su marido, que desde 1994 no pasaba una Nochevieja en casa. “Sé que en casa están bien y que Nani está distraído con la tele [participa en el programa resumen diario en Teledeporte]”, se calma.
In las dos semanas y media a miles de kilómetros de distancia, los mensajes de móvil son el mejor recurso para reconfortarse. “Cuando tengo tiempo colgante el enlace le mando algo, pero él está ocupado y con la diferencia horaria se nos complica”, reconoce. La única videollamada la pudo hacer Durante la jornada de descanso en Riad el pasado día 9, cuando aprovechó también para hablar con los pequeños: “En la carrera estás absorto. Es pura adrenalina, estrés… con tanta intensidad not te da tiempo para nada » Romero fue copiloto durante un cuarto año participó junto a Pedro Peñate Muñoz (Valsequillo, Las Palmas, 53 años), buen amigo y experimentado compañero de viaje que hizo de mochilero en moto en 2012. Marchan 34º en T4 después de que un problema electrónico les obligó a renunciar a los backstage de travesía por el desierto de Rub’ al Khali.
“Encontramos muchas piedras en el camino, pero vamos solucionando cada día”, reflexiona. Es la otra cara del Dakar, la de los vehículos menos competitivos. Atraviesan los caminos detrozados por el grupo delantero y se les hace de noche normalmente, aunque eso tiene sus ventajas. “Llegamos tarde, pero también salimos más tarde y podemos dormir algo más por la mañana”, sonríe. El equipo de TH-Trucks Canarias ha unido fuerzas con la Asociación Pequeño Valiente, qu’apoya a las familias de los menores que sufren cáncer en las islas, una casualidad que terminó de convencer a Rosa para apostar por el proyecto: “Con niños todavía es más dur. Me pareció una magnífica idea poder contribuir”.
A pesar de la buena compañía y de que su marido se ha recuperado de la fermedad, ella todavía sufre desde la distancia: “Me sabe mal por él, es difícil estar tan lejos”. Para la edición de 2024 solo pide poder volver a noches compartir en el vivac. “Espero que te hayas recuperado al 100% y empieces un proyecto chulo. Al final, cuando te pasa esto, las prioridades en la vida cambian. Lo primero es estar bien y mjorarse, así que vamos paso a paso”, concluyó. Mañana volverá a abrazar a Nani, a los hijos ya los perros convertidos en leyenda del Dakar.
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