—¡Salta, Geneviève, salta! Sigue tu globo. ¡Acompañarlo! » El entrenador que grita al borde del gimnasio de Saint-Just-Chaleyssin (Isère), esta tarde de marzo, tiene 62 años y la energía de una joven. Móvil y concentrada, Patricia Vittorelli gira desde su pupila que se aplica para enviar la pelota de regreso a la pared. Geneviève Boxebeld empezó a jugar al fútbol a principios de febrero. La cardióloga jubilada de 68 años, que pasó años acompañando a sus hijos a sus partidos, » ahora es [s]pasamos a la práctica ».
Aunque “zurdo, no muy bien lateralizado”, ella ya está viendo los beneficios de tres semanas de ejercicio. El sexagenario cuenta con ella «buenas piernas» esculpido por el esquí. Ya es tarde para dar marcha atrás: del 26 al 29 de marzo, la jugadora, su entrenador y once compañeras, de 52 a 68 años, participan en el torneo internacional Soccer Grannies. “Abuelas del fútbol” de nueve países –Estados Unidos, Benin, Togo…– competirán en Sudáfrica en partidos de dos veces veinte minutos reservados para mayores de 50 años, principiantes o avanzados.
En Saint-Just-Chaleyssin, donde seis de los jugadores que cantarán Allá Marsellesa en la ceremonia de inauguración, las «abuelas» saborean más o menos su apodo. Es que algunos apenas entran en la cincuentena. El tejido, las tortas, el decoro de la abuela, muy poco para ellos. «En nuestras cabezas, durante los 10 años», resume Patricia Vittorelli.
Una derrota fundacional
En 2019 se disputó en Francia un partido entre las South African Soccer Grannies y un equipo francés creado para la ocasión por un grupo inmobiliario para personas mayores. Los franceses cobran un cruel 10-0. Pero no todo está perdido. La asociación Futbolistas de todas las edades fue creado para conectar a mujeres mayores de 50 años con clubes. Repartidos por toda Francia, los jugadores seleccionados se unen en Sudáfrica por primera vez.
Más que la victoria buscan el placer del juego, el colectivo y el esfuerzo. “Siempre quise jugar al fútbol, pero mi madre no estaba de acuerdo: no quería aburrirme con los partidos de fin de semana”, cuenta Agnès Verpillat, cuyo padre, “semi-profesional, jugó con el Canarias del FC Nantes” a fines de la década de 1950. La mujer policía se metió en eso hace tres años, con 50 años, cuando nació un equipo intergeneracional de mujeres en su pueblo.
“Tres o cuatro chicas han jugado en el pasado y todavía tienen trabajo. Los demás empiezan de cero, pero hay que ver su voluntad. Es bonito. » Patricia Vittorelli, formadora
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