teresa (este número fue intercambiado por razones de protección) Vivía junto a su familia en Luebo, República Democrática del Congo, pero hacia 2017 los violentos enfrentamientos entre la milicia y las fuerzas armadas congolesas rodearon su ciudad natal y su vida cambió para siempre.
un grupo de hombres asesinó a su esposo Frente a ella e incendiaron su casa en el medio de una estampida. Ese fue el día que esta mujer y sus diez hijos fueron forzados a viajar 300 kilómetros de su hogar para asentarse finalmente en Kananga escapando de la violencia.
“Se escuchaban disparos por todos lados. Empezamos a correr, presas del pánico”, recuerda Therese. Se dirigieron hacia el bosque, sin un rumbo claro, allí se toparon con cuatro soldados qu’a punta de pistola la violaron a ella ya su hija 22 años antes del restaurante de su familia.
Luego del abuso, se escondieron entre los arbustos Durante más de tres semanas, en ese lapso sus dos hijos más jóvenes dormitorio murio.
Al igual que esta madre e hija, más de 40 millones de mujeres y niñas en el mundo que escapan para salvar sus vidas frente a situaciones de extrema vulnerabilidad.
La violencia sexual, la explotación y el abuso son factores que las obligan a escapar de sus hogares en busca de protección y, al mismo tiempo, se trata de uno de los riesgos más recurrentes que enfrentan a lo largo de todo el ciclo del desplazamiento forzado, en los países de origen, tránsito y destino.
Durante este tipo de situaciones, están desprotegidos y son más propensas a sufrir abusos o ser víctimas de trata de personas. Pero a pesar de estos peligros, huyen: Arriesgan morir para sobrevivir.
El estigma de la agresión sexual
La vida en Kananga, Kasia, no fue fácil. Therese y sus hijos estaban traumatizados por todo lo que vivieron en tan poco tiempo. No tenian forma de conseguir dinero y los habitantes discriminaban a las mujeres por la violencia sexual que habían sufrido.
“Temo por mi hija. Me pregunto si se casará y tendrá hijos porque, conforme a nuestras tradiciones, las mujeres que han sido violadas suelen ser rechazadas”, confió Thérèse. El estigma que enfrentan en algunas comunidades después del abuso también es aterradora. En las regiones del Congo, hijo de muchas mujeres expulsado de su familia por las normas sociales frente a la agresión sexual.
A pesar de todo, Therese no se rindió y siguió luchando por darles un futuro mejor a sus hijos. Participación en un programa de capacitación profesional patrocinado por ACNURla Agencia de la ONU para los Refugiados.
Trabajó durante 8 meses para aprender a conducir, obtenga su licencia y sepa cómo desmontar y reparar motores, neumáticos y frenos. Gracias a estos conocimientos tiene independencia financiera y hoy puede apoyar económicamente a sus hijos.
Estos programas dan herramientas a las refugiadas y supervivientes de situaciones extremas y les enseñan habilidades que las ayudan a ser autosuficientes.
El ACNUR promueve el desarrollo de programas y capacitaciones que permitan a las mujeres insertarse en mundos tradicionalmente más masculino, como la mecánica automotriz, la electrónica y la tecnología de la información, para que puedan sostener económicamente a sus familias, al igual que explorar nuevas habilidades y cuestionar los estereotipos de género.
“Aprendí un oficio que me encanta. Me permitirá ser independiente y cuidar de mi familia”, cuenta orgullosa. Desde 2020, cientos de sobrevivientes y personas en riesgo de sufrir violencia de género en las provincias de Kasai y Kasai Central han recibido asistencia de ACNUR y sus socios.
La implementación de proyectos como el que ha dado un sustento a Therese necesita financiación. Para visibilizar esta realidad y fomentar el apoyo a millones de niños y mujeres refugiados y desplazados que se encuentran en situaciones como la de Teresa, Fundación ACNUR Argentina abrir la iniciativa “Huir para Vivir”.
A través de ella, es posible colaborar desde este país para continuar implementando estos programas y brindando protección y asistencia a una cada vez mayor de mujeres y niñas que año año escapan para salvar sus vidas.
Huir del hogar de forma abrupta, solo con la ropa que se tiene puesta y poca comida para alcanzar la frontera más cercana ocurre todos los días en todas partes del mundo.
En ese recorrido peligroso qu’atraviesan las personas refugiadas y desplazadas del mundo para salvar sus vidas, las niñas y mujeres no acompañadas, embarazadas, discapacitadas, adultas mayores o jefas de hogar están más expuestas a sufrir violencia de genero y discriminacion mientras buscan asilo.
La historia de Thérèse es una de más de 103 millones de historias de refugiados y personas desplazadas en el mundo. Nadie elige ser una de ellas, pero todos y todas podemos elegir cómo ayudar.
Desde Argentina es posible apoyar a las personas refugiadas y conocer más acerca de esta realidad contactando a fundacionacnur.org. Que las mujeres y niñas dejen de Huir para vivir depende de todas y todos. No miremos por otro lado.
*Este número fue cambiado por motivos de protección.
El autor es Representante Regional de ACNUR para el Sur de América Latina
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