IEl loco engranaje del productivismo agrícola nos lleva al borde del abismo climático. La agricultura representa una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en Francia, y tres cuartas partes de estas emisiones son causadas por la cría de casi 75 millones de cabezas de ganado. La amenaza existencial del cambio climático nos obliga a enfrentarnos a una pregunta compleja: ¿cómo reducir el número de vacas criadas en Europa? ¿Cómo debe distribuirse este esfuerzo entre los diferentes países de la Unión Europea (UE)?
Esta pregunta no debe seguir siendo tabú. Esta es una palanca importante para nuestra supervivencia colectiva. El decrecimiento, tan criticado por los opositores a la ecología política, ya está en marcha. En los últimos cinco años, el rebaño europeo ha disminuido un 4%, o más de 3 millones de cabezas de ganado menos. En Francia, la dinámica es la misma, con un descenso del 8,5% (más de 1,5 millones de cabezas de ganado). Este declive impuesto de manera anárquica tiene dramáticas consecuencias sociales y económicas.
Criadores endeudados
No va acompañada de una reducción proporcional de las emisiones de gases de efecto invernadero. No enfrentar la realidad escondiéndose detrás de la defensa corporativista de los agricultores es una cobardía increíble. Esta pseudoneutralidad beneficia a los más fuertes, a los que ya son los ganadores del sistema.
Así, en cuarenta años, las tres cuartas partes de las explotaciones ganaderas francesas han desaparecido. Los pastores se encuentran entre los agricultores más endeudados y peor pagados. Esta hecatombe es el resultado de elecciones acertadas de los líderes políticos agrícolas que se han sucedido en la jefatura del Estado y en las autoridades agrícolas.
Competitividad, balanza comercial, mercado mundial, estos mantras se repetían hasta que la náusea nos producía en la pared. Y, sin embargo, son las mismas personas, las mismas personas que empujaron a los agricultores a la globalización extrema, quienes nos hablan de corazón a corazón sobre la soberanía alimentaria.
Mientras tanto, para otros, las tardes dedicadas a pensar en cuentas a pagar son muy largas; ¡aunque a menudo son los más virtuosos! Son ellos cuyas fincas en las zonas montañosas, en los humedales, mantienen los prados, estos espacios notables, ricos en biodiversidad y «secuestradores» de gases de efecto invernadero. Esta ganadería extensiva que debe servir de base para la ganadería del futuro.
Reunir inteligencia colectiva
Lo peor no es inevitable. En lugar del laissez-faire de los mercados, optemos por una organización reflexiva y concertada. Encontrar un mejoramiento acorde con las capacidades del suelo y la Tierra, recrear el vínculo territorial entre el mejoramiento y los cultivos de hortalizas, salir de nuestra dependencia de la importación de soja proveniente de la deforestación, reducir el consumo de lácteos y carnes, garantizando la remuneración de criadores y criadores. Hay muchos senderos.
Te queda el 29,87% de este artículo por leer. Lo siguiente es solo para suscriptores.