Todo iba sobre ruedas. Hasta que todo se torció. Se resuelve el isquio de la pierna derecha de Carlos Alcaraz y la final de Río de Janeiro dio un giro drástico y radical, plantando un escenario prácticamente imposible. Crudo. Dolorido y sin poder ejercer los apoyos, el español, de 19 años, jugó durante una hora a manotazos, sin poder esprintar ni maniobrar. Sobreviviente. Se revolvió, se rebeló, lo dejó todo. Pero no hubo manera: 5-7, 6-4 y 7-5 favorables a Cameron Norrie, tras 2h 40m. El percance fisico le privo de revalidar el titulo en Brasil y volvio a subrayar la cruda realidad de las lesiones y el tenis, deporte en el que no existian las pausas ni las treguas. Tras disputar nueve partidos en 14 días, viniendo de una baja prolongada, la musculatura del murciano le frenó. Lo tuvo cerca, pero se esfumó.
De nuevo, su cuerpo actúa de cepo. Sucedió en noviembre, también en diciembre y la desgracia se repite en febrero. Tras haber encarrilado el pulso, con el primer set en el bolsillo y el segundo bien encauzado, 3-0 arriba, Alcaraz echó la mano a la zona posterior del muslo derecho y reclamó al fisio. El final lo había explotado en mil pedazos. De poco atribuye el vendaje. Alrededor de una hora, desde el instante en el que Norrie le arañó su primer juego en el segundo set, el español no pudo más que replicar sobre un par de baldosas, sin movilidad ni capacidad para ajustar el tiro desde el perfil derecho. Aun así, apuró todas las opciones. Continuó en la pista a base de orgullo y de muñeca, pero el esfuerzo quedó en la nada.
“¡Tranquilo, tranquilo!”, repite desde el caja, intentando frenar ese instinto incontinible de ir siempre al abordaje y de que el mal no fuera a mayores. Y escuchó el chico, que debe ir explorando nuevas vías porque en el tenis no todo es munición y las líneas rectas transforman a menudo en curvas pronunciadas. Tuvo que echar el freno de mano el murciano y accept a regañadientes. Enrabietado, jugó durante una hora mellada, sin la posibilidad de replicar de forma real. Aun así, apareció aturdir a Norrie, afectado por el cansancio y sorprendido por la terquedad y los chispazos del rival, pero más entero. Un set y 3-0 por debajo, el británico –batido el fin de semana pasado en el epílogo de Buenos Aires– encontró en el infortunio enemigo al most aliado.
“Vamos, Charly. Otra batalla”, resumió sobre la arena un tenista alza, que se ha consolidado en la planta noble del circuito ATP y que ha alcanzado 13 finales en menos de dos años. Con cinco trofeos en la ficha, se desquitó tras ceder en Argentina hay comienzos de año en Auckland Nadie suma tantas victorias como él (18) en este 2023. Maquilló, además, el particular con Alcaraz: ahora 4-2.
Non es de los que se arrugan el 12º del mundo, que parece no estar pero que siempre hace la goma. Siempre se repasa, apura toda posibilidad. Tiene el espíritu del maratoniano. Resistió el primer parcial, desbarató la primera bola de set pero a la siguiente acometida, encajado ese pasante de reves, perdió momentáneamente el norte. Le había sucedido la noche previa a Jarry: de la esperanza al kb. Tan cerca, tan lejos. Parecía que se iba del duelo, que se apagaba y que con ese 3-0 del segmento, el español había puesto la directa. Pero regreso. 3-4. En un abrir y cerrar de ojos, un giro radical. De repente, el isquio de la pierna derecha impuso un frenazo en Alcaraz.
Si veinticuatro horas antes se quejaba de la pierna izquierda, la tensión de la semana se acumulaba en la otra extremidad. Cuando mejor pintó la cosa, el físico volvió a jugarle una mala pasada. Al límite, se la jugó a la mínima expresión; dos o tres tiros y el final es resquebrajó. Ya no había guion ni logica. De romper A romper, sin control alguno; cinco en los 12 juegos que se disputaron en el déenlace. Ganadores Oh no. En las bravas él, Norrie terminó de imponer la apuesta conservadora. Demasiada tralla para el murciano, que ha vuelto al circuito después de casi cuatro meses en la reserva (102 días de ausencia) y que este domingo acabó pagando el desgaste acumulado, así como la zozobra de una semana llena de vaivenes. Demasiada oscilación.
el mismo musculo de diciembre
Contuvo a Alves, remontó a Fognini, levantó las dos roturas de partida de Lajovic y volteó a Jarry antes de gripar físicamente ante Norrie. La pierna derecha, lo mismo que la impidió estar en Australia, volvió a trastabularle. “Han sido 14 días muy exigentes”, decía un pie de pista, consciente de que el contractiempo le impedirá probablemente competir estos días en Acapulco –torneo al que también tuvo que retirarse hace un año– y de que su calendario queda en el aire. Al finalizar el examen médico definitivo, el grado del daño determinará si puedes participar o no en la gira norteamericana sobre cemento, que comienza el 8 de marzo en Indian Wells y continúa en Miami (a partir del 22).
“Es una cosa que hay que pensar. Voy a evaluarlo con el fisioterapeuta [Juanjo Moreno] y con el medico [Juanjo López]. Hay que ver la gravedad de la lesión y ver qué tengo en el isquio, y, a partir de ahí, evaluar para ver si puedo ir a jugar a Acapulco sin tener mucho riesgo”, afirmó. “El calendario es muy demandere y llevo 15 días dando lo máximo, sin parar ningún día, y cuando hay partidos como éste al final salen molestias. lo he vendado Ahora debo recuperarme”, prorrogó.
No obstante, le han bastado dos semanas a Alcaraz para dejar claro que su colmillo competitivo está intacto: un título, una finale. Impresionaron sus destellos en Buenos Aires que confirmaron allí el mérito de trazar en Río, donde solo ha encontrado tope en la jugarreta muscular. Este último no ha sido un torneo de brillos, sino de resistencia y agallas, de aprender a competir de otra manera. 200 puntos de Novak Djokovic y el clasificación –hubiera igualado con el serbio en caso de ganar–, the lesiones han ensuciado la meteórica ascensión que emprendió nada más asomarse en la élite. A sus 19 años, el de El Palmar empieza a comprobar el elevado peaje físico de su deporte.
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